Las claves y consecuencias de la destrucción de la presa de Nova Kajovka en Ucrania

El derrumbe del dique, que garantiza el suministro de agua a la central nuclear de Zaporiyia, provoca la evacuación de civiles en Jersón y otras poblaciones por el riesgo de inundaciones. La infraestructura es clave en la contraofensiva ucrania

Ucrania acusa a Rusia de haber destruido la presa de Nova Kajovka, a unos 60 kilómetros de la ciudad de Jersón, aguas arriba del Dniéper, y punto de unión entre el territorio controlado por Kiev y el ocupado por las tropas de Moscú en el sur de Ucrania. El Gobierno de Vladímir Putin niega, sin embargo, ser el responsable de la voladura y asegura que se debe a su deterioro después de meses de combates en la zona. Más allá de las acusaciones, la presa tiene una importancia estratégica central en el conflicto, ya que hacia el noreste mantiene el nivel del embalse que provee de agua para la refrigeración a la central nuclear más importante de Europa, la de Zaporiyia, bajo control ruso, pero también suministra agua a la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014. Todo ello sin contar con el desastre medioambiental y humano que pude provocar, con zonas y cultivos inundados y miles de evacuados.

La presa forma parte de la central hidroeléctrica del mismo nombre, situada en la margen del Dniéper controlada en la actualidad por Rusia. Es la sexta y última presa del río antes de su llegada al mar Negro. Fue construida en 1950 y se inauguró seis años después con la intención, no solo de generar energía, sino de garantizar el riego y la navegación aguas abajo. La infraestructura está atravesada por una carretera y una línea de ferrocarril que une las dos riberas ―la norte, en manos de los ucranios; la sur, de los rusos―. Tiene una longitud de 3,2 kilómetros y una altura desde su base de unos 30 metros.

La presa derrumbada cierra el embalse de Kajovka, que se extiende hasta allí desde la central hidroeléctrica del Dniéper, situada en la ciudad de Zaporiyia, y enfría los seis reactores nucleares de la mayor central nuclear de Europa, en la localidad de Energodar, 150 kilómetros aguas arriba del lugar del siniestro. Tanto la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) como el Gobierno de Moscú, que controla la planta, han asegurado este martes que la instalación no está amenazada pese a que Kiev advierte de un riesgo creciente de catástrofe, según informa la agencia France Presse.

“No existe peligro nuclear inmediato”, ha afirmado la AIEA en su cuenta de Twitter, que asegura que sus expertos están “vigilando de cerca” la situación. Lo mismo ha asegurado la dirección rusa de las instalaciones: “No existe amenaza para la seguridad de la central nuclear. Cinco reactores están apagados en frío y uno en caliente. El nivel del agua utilizada para el enfriamiento no ha cambiado”, ha asegurado en Telegram su director, Yuri Chernichuk.

La destrucción de la presa, sin embargo, sí podría afectar a la infraestructura energética ucrania, uno de los principales objetivos militares de las fuerzas rusas desde el inicio de la invasión, que no han dejado de bombardear instalaciones básicas para el suministro de electricidad y otros servicios esenciales. Su voladura implica la inutilización de la central hidroeléctrica a la que nutría, también situada en territorio controlado por Moscú.

Sin embargo, el ministro de Energía de Ucrania, German Galushchenko, se ha apresurado a asegurar en un comunicado que la destrucción de la presa no supone una amenaza directa al abastecimiento eléctrico en el país, informa Reuters. “La explosión no afectó directamente al sistema energético. No existen amenazas para la estabilidad del suministro eléctrico”, dijo Galushchenko. “La energía producida es suficiente para asegurar las necesidades de los consumidores”, añadió.

¿Provocará un desastre medioambiental y humano?

El nivel del agua en Nova Kajovka (en la parte controlada por Rusia) había crecido pocas horas después de la explosión en 10 metros, según el alcalde de la localidad impuesto por Moscú, que ha asegurado que el incremento esperado era de dos metros más. “El agua continúa subiendo. Estamos evacuando a los civiles de las zonas inundadas para evitar pérdidas humanas. No hay pánico en la ciudad”, afirmó Vladímir Leontiev, informa Reuters. La ciudad todavía tiene suministro eléctrico, pero otros dos asentamientos aguas abajo lo habían perdido pasadas las 8.00. Se espera que el agua siga subiendo durante las próximas 72 horas, cuando se podrá comenzar con las labores de limpieza.

Miles de personas a ambos lados del río se verán afectadas por el derrumbe de la presa. En el margen controlado por Kiev, también han comenzado ya las labores de evacuación desde Nova Kajovka hasta Jersón, unos 60 kilómetros aguas abajo y en la desembocadura. En total, unos 22.000 vecinos de 14 poblaciones de la zona ocupada por Rusia están en peligro, según las autoridades de ocupación. El Gobierno de Ucrania ha asegurado que el riesgo de inundación afecta a un total de 80 poblaciones. Ucrania cifra en más de 40.000 los afectados, de los que 25.000 se encontrarían en la ribera sur controlada por Rusia.

El impacto ecológico en el ecosistema también puede ser muy importante. La empresa sueca Dämmningsverket publicó en octubre de 2022 una simulación por ordenador de cuáles serían las consecuencias de que se destruyan todas las compuertas de la presa. Dämmningsverket estimaba que el peor golpe se lo llevaría la ciudad de Jersón, con una elevación del nivel del agua de hasta cinco metros. Pasado el mediodía del martes, las autoridades de la ciudad de Jersón estaban evacuando afectados desde el centro de la ciudad y el distrito de Ostriv, junto al río, los más dañados, informan medios ucranios.

¿Cómo afectará al suministro de agua en Crimea?

La destrucción de la presa de Nova Kajovka afectará muy especialmente a Crimea, anexionada por Rusia en 2014. El gobernador de ocupación de ese territorio ha advertido del riesgo de que el caudal del canal del norte de Crimea, que abastece al 85% de ese territorio desde el Dniéper, pueda caer en los próximos días como consecuencia de la voladura de la infraestructura, lo que provocaría carencias entre la población y problemas en los cultivos en el norte de la península.

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Tras la anexión por Rusia hace nueve años, el Gobierno de Kiev ha bloqueado en varias ocasiones el suministro de agua generando cortes en el abastecimiento, según Reuters. Rusia solo volvió a garantizarlo tras la invasión. Hasta el momento, el suministro en la península anexionada sigue siendo normal, según las autoridades locales, que no descartan cortes en los próximos días.

¿Puede alterar la contraofensiva ucrania?

El lunes, el Gobierno de Moscú dio por iniciada la contraofensiva ucrania. Pese al silencio informativo de Kiev, sus tropas iniciaron algunas acciones ofensivas tanto en el este como en el sur del frente. El Gobierno de Volodímir Zelenski, que acusa a Rusia de destruir la presa, ha asegurado que la intención del Kremlin es detener el avance ucranio, mientras que las autoridades de ocupación han acusado a Kiev de la voladura de la presa con la supuesta intención de generar una maniobra de distracción en este momento clave de la guerra.

La presa actuaba como puente entre la zona controlada por Kiev y la ocupada por las tropas de Putin. El paso del ejército ucranio por esa zona sería el camino más corto para abrir un corredor desde el que este pudiera avanzar hacia Crimea. Ahora, una posible operación militar de estas características para avanzar hacia el sur aparece mucho más incierta.

Tanto la Unión Europea como la OTAN, que apoyan económica y militarmente a Ucrania, han culpado a Rusia del desastre. “La destrucción del embalse de Kajovka pone en peligro a miles de civiles y causa graves daños medioambientales. Este es un acto escandaloso que demuestra una vez más la brutalidad de la guerra de Rusia en Ucrania”, ha asegurado el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg. “Estoy consternado por este ataque sin precedentes. La destrucción de infraestructura civil es claramente un crimen de guerra y haremos que Rusia y sus representantes rindan cuentas”, ha dicho, por su parte, el presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel.

Ahora está por ver si la destrucción de la presa abre un nuevo episodio en el devenir del conflicto con una nueva escalada.

Fuente: El País (España)