Viernes Santo: conmovedor Vía Crucis del papa Francisco hecho por chicos

ROMA.- Por segundo año consecutivo, el papa Francisco no presidió hoy el tradicional Vía Crucis del Viernes Santo en el magnífico Coliseo romano ante miles de personas de todo el mundo, sino en solitario, con limitada presencia de fieles, en la Plaza de San Pedro.

Si el año pasado las meditaciones para la ceremonia que evoca la pasión y muerte Jesús fueron realizadas por un grupo de presos de una cárcel italiana, este año se destacaron por haber sido hechas por niños de un grupo de scouts y de una parroquia de Roma. Con muchísima ternura y esa forma directa de decir las cosas, los chicos describieron sus “cruces”, que fueron desde hacerse pis en la cama de noche, al drama del bullying en la escuela, la pobreza y la mafia, hasta la soledad de la pandemia, que los dejó sin escuela y los alejó de sus abuelos.

En una noche despejada y fresca, la ceremonia, marcada otra vez por la soledad del Papa en una plaza de San Pedro semivacía, fue igual o más sugestiva que las que solía haber en el anfiteatro Flavio. En medio de la oscuridad y un clima espectral, diversas antorchas colocadas en el suelo trazaban el camino de la cruz a través de las 14 estaciones que evocan el calvario de Jesús. La fachada de la Basílica de San Pedro, iluminada en todo su esplendor, así como las columnatas del Bernini, envolvían una escenografía esencial, sumergida en una ciudad por segundo año semiparalizada por las restricciones para frenar la pandemia.

Francisco dirigiendo el Vía Crucis en el Viernes Santo

Francisco dirigiendo el Vía Crucis en el Viernes Santo

Angelo Carconi - Pool ANSA

Como en las ocho ocasiones anteriores, durante la celebración, que comenzó a las 21 locales, Francisco nunca llevó la cruz, sino que siguió su procesión desde la plataforma donde suele presidir las audiencias generales de los miércoles, hasta que llegó a sus manos, en la última. Después de que las meditaciones eran leídas por locutores y esta vez, por niños, el Papa pronunciaba una oración, seguida por el padre nuestro en latín.

La cruz, que comenzó su recorrido alrededor del obelisco que se levanta en el centro de la Plaza y las antorchas, fueron llevadas por chicos y chicas del grupo scout Agesci de Foligno, de la parroquia romana “santos mártires de Uganda” y de otros centros que ayudan a familias en problemas, junto a sus educadores. Desde el comienzo, las meditaciones, acompañadas por dibujos también realizados por los niños y visibles en la transmisión del evento por televisión, conmovieron por su simplicidad.

El grupo de chicos que participó en el Vía Crucis

El grupo de chicos que participó en el Vía Crucis

ANDREAS SOLARO - AFP

“Querido Jesús: Tú sabes que también nosotros los niños tenemos cruces, que no son ni más livianas ni más pesadas que las de los grandes, pero que son verdaderas cruces, que sentimos pesadas también de noche”, comenzaron. “Y sólo Tú lo sabes y las tomas en serio. Sólo Tú. Sólo Tú sabes qué difícil es para mí aprender a no tener miedo a la oscuridad y a la soledad. Sólo Tú sabes qué difícil es no poder contenerme y despertarme cada mañana todo mojado. Sólo Tú sabes qué difícil es no llegar a hablar bien, a pensar rápido o a hacer los cálculos correctos como hacen los demás. Sólo Tú sabes qué difícil es ver a mis padres discutir, dar un fuerte portazo y no hablarse durante días. Sólo Tú sabes qué difícil es cuando me doy cuenta de que los demás se burlan de mí y me excluyen de las fiestas. Sólo Tú sabes qué significa ser pobre y tener que renunciar a lo que tienen mis amigos. Sólo Tú sabes qué difícil es liberarse de un secreto que me hace mucho daño y no saber a quién decírselo por miedo a que me traicionen, me acusen o no me crean”, dijeron.

El drama de la pandemia no estuvo ausente. Al margen del sufrimiento por la falta de la escuela presencial, en la XIII estación, que recuerda cuando el cuerpo de Jesús es bajado de la cruz, un niño evocó cuando se llevaron a su abuelo, a quien nunca más volvió a ver. “Bajaron de la ambulancia unos hombres que parecían astronautas, vestidos con bata, guantes, mascarillas y visera, se llevaron al abuelo que tenía dificultades para respirar desde hacía algunos días. Fue la última vez que vi al abuelo, murió pocos días después en el hospital, imagino que sufriendo también a causa de la soledad. No pude estar cerca de él físicamente, decirle adiós y darle consuelo. He rezado por él cada día, así pude acompañarlo en su último viaje terreno”, evocó. Terminada la ceremonia, el Papa saludó a algunos niños que se acercaron a saludarlos, a los que abrazó y acarició, con inmensa ternura.