Violencia y fútbol en Argentina: ¿falta voluntad política?

La violencia en el fútbol argentino vuelve a estar en el centro del debate tras los graves incidentes en la cancha de Independiente durante el partido frente a la U de Chile. Decenas de heridos, algunos de gravedad, reavivaron un interrogante histórico: ¿por qué la violencia es tan recurrente en el fútbol argentino y cuál es el rol de la política en este fenómeno?
Violencia en el fútbol: una red de intereses
Según el politólogo Luis Zanazzi, la violencia en los estadios es consecuencia de la falta de decisión política para enfrentar el problema. Señala que existe una red de complicidades entre clubes, barras bravas, sindicatos, fuerzas de seguridad y sectores políticos, en la que cada actor intercambia favores y recursos.
Las barras bravas funcionan como “intermediarios autorizados”, controlando tribunas, accesos, venta informal y movilización de hinchas, a cambio de protección, contratos y beneficios.
Vínculos de las barras con el poder político y económico
El periodista Alejandro Wall sostiene que los barrabravas no solo tienen lazos con los clubes y la política, sino también con el narcotráfico, la dirigencia deportiva, sindicatos y fuerzas de seguridad. Esto los diferencia de grupos violentos europeos, como los hooligans ingleses.
Por su parte, el sociólogo Pablo Alabarces asegura que el fútbol argentino mueve una “enorme cantidad de dinero clandestino” en la que las barras exigen su parte, actuando como verdaderos mercenarios dentro del negocio.
Fútbol como trampolín político
Zanazzi advierte que el fútbol en Argentina, considerado casi una religión, es usado como plataforma política. Muchos dirigentes buscan acercarse a los clubes y barras para ganar influencia y votos, extendiendo el fenómeno a los niveles nacional, provincial y municipal.
Violencia y cultura futbolera
Más allá de lo político y económico, Alabarces afirma que la violencia también responde a una lógica cultural. En el fútbol argentino existe un “mandato de demostrar aguante”, asociado a la virilidad y la pelea. Esto convierte a los episodios violentos en la regla, no en la excepción.
Resolver la problemática implica transformar la cultura futbolística argentina, algo que hasta ahora no ha ocurrido.
¿Y la política? Cruces de responsabilidades
Tras los incidentes en Avellaneda, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, culpó al gobierno bonaerense de Axel Kicillof. Desde la provincia, respondieron acusándola de mentir y desconocer reglamentos internacionales, responsabilizando en cambio a Independiente y a la Conmebol.
Mientras tanto, la violencia sigue siendo parte del paisaje futbolístico argentino, esperando que alguien se anime a “ponerle el cascabel al gato”.
FUENTE: DW