El gas natural pierde fuerza; los minerales, soya y carne asumen el pulso exportador

El gas natural pierde fuerza; los minerales, soya y carne asumen el pulso exportador

El gas natural sigue siendo una pieza importante en la estructura exportadora de Bolivia, pero ya no es el pilar hegemónico que fue hace una década. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) procesados por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), en 2024 las ventas de este hidrocarburo alcanzaron $us 1.615 millones, un 21% menos que en 2023 y muy lejos de los $us 6.100 millones logrados en 2013, su mejor momento histórico. La principal razón: la caída del volumen exportado.

Según datos de la Cámara de Exportadores, Logística y Promoción de Inversiones de Santa Cruz (CADEX), en 2014 los hidrocarburos representaban el 51% de las ventas externas ($us 6.674 millones), pero en 2024 su peso se redujo al 18% ($us 1.672 millones), una caída del 75%. 

En contrapartida, los minerales ocuparon la primera posición con un 51% de participación y los productos no tradicionales, entre los que se cuentan la agroindustria y la producción pecuaria, alcanzaron un 31%.

Esto ha generado una caída en las Reservas Internacionales Netas (RIN), que llegaron a su nivel más bajo en años. Otra consecuencia es la escasez de dólares, lo que encareció las importaciones de insumos para el sector industrial del país. 

“Desde 2013 hasta ahora, es muy difícil que otro producto haya podido suplir semejante descenso. Más bien, casi todos los rubros han bajado”, explica Gary Rodríguez, gerente del IBCE.

Las excepciones son los minerales —que subieron de $us 3.000 millones en 2013 a casi $us 4.600 millones en 2024—, la soya (de $us 1.200 millones a $us 2.200 millones en 2022, aunque afectada luego por la sequía) y la carne bovina y derivados, que pasaron de $us 13 millones a casi $us 250 millones.

Un motor exportador 

El IBCE sostiene que las Exportaciones No Tradicionales podrían haber superado los $us 10.000 millones si se hubieran dado condiciones favorables: ausencia de bloqueos y avasallamientos, apertura de mercados, uso pleno de biotecnología y ausencia de restricciones a las ventas externas. 

En 2013, el sector privado acordó con el Gobierno triplicar la producción de alimentos para 2025, de 15 a 45 millones de toneladas, pero el país solo llegó a 23 millones el año pasado, frustrando la meta de exportar alimentos por más de $us 7.000 millones.

En 2024, pese a un contexto adverso marcado por sequías, bloqueos y altos costos, destacaron crecimientos en joyería (+2.154% en valor), castaña (+63%), quinua (+48%), carne bovina (+42%), café (+30%), madera (+9%) y cueros (+3%). En el primer semestre de 2025, la lista de impulsores incluyó al sésamo (+79% en valor), maní (+44%), azúcar (+61%), alcohol etílico (+34%) y quinua (+13%).

Mercados en recomposición

La menor venta de gas a Argentina ha modificado el mapa exportador. En 2024, Brasil, China, Japón, Perú, Corea del Sur, Colombia y Argentina concentraban el 64% de las exportaciones. En 2025, China lidera como principal destino, seguida de Brasil, Japón, Perú, Colombia, India y Corea del Sur.

Para Rodríguez, depender exclusivamente de recursos no renovables como el gas o los minerales es riesgoso por la volatilidad de precios y el limitado efecto multiplicador. El agro y la agroindustria, en cambio, ofrecen más valor agregado y oportunidades, siempre que se cuente con tecnología, semillas mejoradas y acuerdos comerciales que garanticen acceso a mercados. “Cada año hay 75 millones de nuevas bocas que alimentar en el mundo. Ahí está la gran oportunidad para Bolivia”, afirma.

La carne y el café despuntan

Dentro de los productos no tradicionales, el 2024 registró un alza destacada en la carne y sus derivados, con un incremento del 23% en valor respecto a 2023. 

El café creció un 28% y la chía sigue consolidándose como producto de nicho. Aun así, la Cadex subraya que el motor más fuerte sigue siendo el sector oleaginoso y el sucroalcoholero.

“Bolivia tiene vocación productiva en alimentos, tanto de origen vegetal como animal, y puede aprovechar el crecimiento demográfico mundial y los cambios en los hábitos de consumo para abastecer mercados que demandan cada vez más productos funcionales y nutracéuticos”, señaló la institución.

Obstáculos internos

Pese al crecimiento agroindustrial, la Cadex advierte que el sector enfrenta trabas estructurales: inseguridad jurídica para las inversiones, restricciones a las exportaciones, falta de apertura a la biotecnología, deficiencias logísticas y, más recientemente, el desabastecimiento de combustibles que frena toda la cadena productiva. 

La institución plantea que la sostenibilidad de esta nueva matriz exportadora dependerá de diversificar la producción, generar valor agregado y coordinar una agenda público-privada que impulse la oferta boliviana hacia los mercados internacionales.

“En los últimos años, las autoridades priorizaron la demanda interna, que es limitada, y eso impidió aumentar la producción y los excedentes exportables”, advirtió la Cadex.

Pese al potencial, tanto las exportaciones de carne y soya, son reguladas por factores que están golpeando la economía boliviana. Así lo afirmó Marcelo Olguín, gerente general de la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia (Caneb), al presentar un balance semestral del comercio exterior.

En el acumulado de enero a junio de 2025, Bolivia registró un déficit comercial de $us 505 millones. Las exportaciones cayeron 6,5% y las importaciones, 4,4%.

“Si hubiéramos liberado las exportaciones, hoy tendríamos un saldo comercial menos negativo”, señaló Olguín, cuestionando las decisiones tardías para facilitar el comercio y el acceso a combustibles y divisas.

En Bolivia, las exportaciones de alimentos como carne, soya, azúcar y derivados están sujetas a autorizaciones previas del Gobierno. El mecanismo, que busca asegurar el abastecimiento interno, obliga a los productores a esperar permisos administrativos que pueden demorar semanas y a veces meses.

Desde el Gobierno aseguran que los controles son necesarios para garantizar el abastecimiento interno. Además, el ministro  Marcelo Montenegro, aseguró que el primer semestre hay un repunte en exportaciones de soya, madera y oro, sumado a una menor importación. La autoridad sostuvo que estas ventas externas generaron un ingreso adicional de divisas que permitió estabilizar el mercado cambiario.

Dejar de depender del gas es un reto; y aprovechar la diversidad productiva encuentra muchas trabas.

FUENTE: EL DEBER